Este año "estamos a toupe"! Un grupo de torreros hicimos una escapada a la ópera para disfrutar de la pieza "l'elisir d'amore" de Gaetano Donizetti.
Llegamos al teatro después de un pequeño paseo, al subir a nuestro sitio (el gallinero) nos vimos arrinconados a un asiento medio lateral en el que no cabían las rodillas, la situación era más agobiante que en el peor de los autobuses. Lo primero que vino a la cabeza es que estaríamos dos horas en esa postura y en ese lugar, en ese mini teatro comprimido con aires de opulencia y derroche (es mi opinión).
Fuimos con la idea de que iba a estar mas o menos bien, que sería una buena experiencia, y que la actuación sería potable comparada con la grabación vista una semana antes a cargo de Juanma de Ribot. Desde luego nuestras mentes críticas y, aunque incultas, exigentes, no pudieron más que aceptar la evidencia. La obra nos dejó a todos mudos, fueron dos horas muy muy cortas. No puedo hablar de la experiencia del resto de asistentes, aunque me da la sensación de que fue parecida a la mía. Me embutí en la historia y en la música y la viví de una forma desmedida. Me costó mucho no empezar a cantar al ritmo de esas melodías, (menos mal que no lo hice, a veces soy capaz de contenerme).
Al salir se empezó a escuchar la melodía del último aria (o lo que sea, de ópera no tengo ni idea) con una letra un poco deformada (la melodía también) y ambientada en nuestra torre "Fransesito Fransesito y su bola de cristal...". La cena fue rápida, de bocadillos, en un bar cercano de bastante reputación, en la que arrasó el menú del día.
Con esta crónica mal redactada, mal expresada y que no hace mérito a la experiencia que vivimos (es difícil hacer mérito a ese espectáculo utilizando palabras) he pretendido resumir lo irresumible. Solo espero que se repita, y si se repite, que se anime más gente. El paracaídas está ahí, solo hay que cogerlo y saltar. Disfrutar de la experiencia.